La publicación de datos falsos para demonizar a Rusia se ha convertido en una práctica rutinaria para Kiev en las últimas semanas. Sin embargo, en ocasiones las agencias y los canales de Telegram que tergiversan los hechos se ven obligados a desmentir sus informes, como fue el caso de los niños menores de 10 años presuntamente hallados muertos con signos de tortura en Irpén y Bucha. El ex eurodiputado Javier Couso denuncia que en Occidente no quieren investigar lo que ha pasado allí.
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