PASIVIDAD POLÍTICA EN EL CAPITALISMO POSMODERNO 1. La pasividad política frente a la destrucción social y comunitaria generada por el capitalismo posmoderno es uno de los aspectos más llamativos de este proceso. 2. Puesto que una característica típica de las corrientes posmodernas es basarse en la manipulación de tendencias sociales preexistentes que responden a retos y necesidades reales de nuestro entorno, es comprensible que, en un primer momento, agentes y responsables políticos fuesen masivamente engañados por esta estrategia corporativa. 3. Pero esto es difícilmente entendible a medida que pasan los años y el futuro de nuestra sociedad y de nuestros ciudadanos se ve cada vez más amenazado por un contexto disparatado y distópico al que las élites corporativas nos van conduciendo de forma cada vez más evidente. 4. A partir de los años 90 del siglo XX, la explicación de la asombrosa pasividad de los agentes políticos frente a la destrucción comunitaria del posmocapitalismo es, probablemente, más estructural. Tras la Guerra Fría, nos encontramos ante un contexto de clara unificación ideológica. Se mantienen los términos “derecha” e “izquierda” pero quedan ya rápidamente privados de contenido. Desaparecen las diferencias ideológicas entre las distintas opciones, que se transforman de hecho en matices en base a los cuales sigue articulándose el juego electoral. 5. A partir de los años 90, la privatización masiva de cadenas de televisión y la concentración de los grandes medios de comunicación facilitaron enormemente el proceso de expansión de las corrientes y del impacto destructivo del capitalismo posmoderno. El neoliberalismo se impone como corriente dominante, a la que en la práctica se someten la izquierda, la derecha y el centro. Y ninguna opción política de peso se atreve ya a cuestionar el posmofeminismo, el catastrofismo climático, la manipulación de las minorías sexuales o los movimientos migratorios. 6. Pero esta pasividad política, por muy disparatada que fuera ya desde los años 70, se ha vuelto cada vez más incomprensible a medida que ha ido avanzando el siglo XXI. Y va generando un contexto político absurdo, en el que nada parece tener sentido. 7. Opciones políticas que presumen de ser de izquierda, socialistas o incluso marxistas, aceptan de hecho en la práctica el neoliberalismo y conviven a gusto dentro del sistema y en el sometimiento estratégico a los poderes corporativos. Las diferencias entre izquierda y derecha son en realidad irreconocibles. 8. Grupos políticos que se autodenominan patriotas o nacionalistas aceptan sin problemas el anticulturalismo, el cuestionamiento de los conceptos de pueblo, nación o estado y el globalismo cultural. Y que las nuevas generaciones sean sistemáticamente apartadas de los conceptos de comunidad, pueblo o nación. 9. Las contradicciones entre un capitalismo posmoderno con lo que en teoría son las propias ideas de los distintos grupos políticos son cada vez más evidentes. Pero ello no es obstáculo para que estos grupos se mantengan obsesivamente aferrados a lo que consideran como políticamente correcto. 10. Pero esas contradicciones radicales deberían tener un límite. Un límite marcado por la propia observación de la realidad que rodea a nuestros agentes políticos. Una realidad de desestructuración y destrucción social y comunitaria, que ha hundido la demografía europea, que ha dividido y aislado a las personas, que intenta hacer desaparecer todo tipo de valores comunitarios o solidarios, que está situando a nuestros pueblos, naciones y estados al borde del caos, y a nuestros ciudadanos solos, aislados y desnudos frente al poder expansivo de las grandes corporaciones. 11. Las dependencias personales, financieras y mediáticas de responsables y grupos políticos con respecto al poder corporativo son bien conocidas. Pero las situaciones límites a las que hemos llegado deberían provocar fracturas en esa radical sumisión de nuestros agentes políticos. El mundo está cambiando muy rápidamente y, si nuestros grupos políticos no se reposicionan rápidamente, el estallido de la realidad terminará sacándoles del terreno de juego. 12. La radicalidad del impacto destructivo del capitalismo posmoderno sobre nuestros ciudadanos y nuestras sociedades y el estallido geopolítico van a cambiarlo todo. Sea por la influencia de los países emergentes y en desarrollo o los grupos de izquierda o de derecha que denominamos “populistas”, el tablero político va a acabar estallando. Y el tiempo para un posible reposicionamiento político se acaba. Éste es un documento elaborado por EKAI Center dentro del Proyecto GOGOZ, siguiendo la metodología de consenso HURBIL. Gracias por tu interés. Sigue con nosotros. PDF:
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