Autobiografía de Santa Laura Montoya Introducción Mi nombre es Laura Montoya Upegui, nací el 26 de mayo de 1874 en Jericó, Antioquia, Colombia. Fui la fundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena. A lo largo de mi vida, enfrenté numerosos desafíos y pruebas, pero siempre mantuve mi fe inquebrantable en Dios y en mi misión de servir a los más necesitados, especialmente a los indígenas de Colombia. Infancia y Juventud Nací en una familia humilde y enfrenté la pérdida de mi padre a una edad temprana. Mi madre, Dolores Upegui, me inculcó una profunda devoción religiosa y un fuerte sentido de la justicia y la caridad. A pesar de las dificultades económicas, pude recibir una educación gracias al apoyo de familiares y amigos. Desde joven, sentí una fuerte llamada a la vida religiosa y a servir a los pobres. Este llamado se hizo más claro durante mi tiempo como maestra en Medellín, donde vi de cerca la pobreza y la marginación que sufrían muchas personas. Llamado a la Vida Misionera En 1914, con la bendición del obispo de Medellín, inicié mi obra misionera. Junto con un pequeño grupo de mujeres valientes y dedicadas, nos dirigimos a las regiones más remotas de Colombia para vivir y trabajar entre los indígenas. Nuestro objetivo era no solo evangelizar, sino también educar y mejorar las condiciones de vida de estas comunidades. Fundación de la Congregación En 1914, fundé la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, conocida cariñosamente como “Las Lauritas“. Nuestra misión era llevar el amor de Cristo a las personas más alejadas y olvidadas de la sociedad. A través de la educación, la salud y la evangelización, buscamos transformar las vidas de aquellos a quienes servimos. Desafíos y Perseverancia Nuestro trabajo no fue fácil. Enfrentamos la incomprensión, la hostilidad y las dificultades materiales. Sin embargo, nuestra fe y dedicación nunca flaquearon. Creí firmemente que Dios estaba con nosotros y que nuestra labor era parte de Su plan divino. Durante los años, nuestra congregación creció y se extendió por varias regiones de Colombia y otros países de América Latina. Las hermanas de nuestra congregación continuaron mi legado, llevando el mensaje de amor y esperanza a todos los rincones del mundo. Últimos Años y Legado Pasé mis últimos años en Medellín, dedicada a la oración y la escritura. Mis escritos, que incluyen cartas, diarios y reflexiones espirituales, reflejan mi profunda espiritualidad y mi amor por Dios y por aquellos a quienes serví. Fallecí el 21 de octubre de 1949, pero mi obra y mi espíritu viven en las hermanas de mi congregación y en todos aquellos que siguen inspirándose en mi vida y misión. En 2013, tuve el inmenso honor de ser canonizada por el Papa Francisco, convirtiéndome en la primera santa colombiana. Mi canonización no solo fue un reconocimiento a mi vida y obra, sino también un homenaje a todas las mujeres y hombres que dedican sus vidas al servicio de los más necesitados. Conclusión A lo largo de mi vida, busqué ser un instrumento de la paz y el amor de Dios en el mundo. Mi misión fue siempre ver a Cristo en los rostros de los pobres y marginados, y llevarles esperanza y dignidad. Espero que mi vida y mi obra sigan inspirando a muchos a servir con amor y compasión, y a encontrar en la fe la fuerza para superar cualquier desafío.
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