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Ricardo Belmont arremete con fuerza, aclarando que no defiende ninguna dictadura y se lanza a una explosiva comparación con la situación en Venezuela. Belmont no se detiene ahí y dispara contra Argentina y el polémico Javier Milei, desenmascarando la hipocresía en la percepción pública de los políticos. Belmont no se guarda nada al exponer la triste realidad de millones de venezolanos obligados a emigrar buscando sobrevivir. Y arremete sin piedad contra la prensa, acusándola de engañar descaradamente al público y de servir intereses oscuros. Para él, los medios son los verdaderos culpables de dividir a los países en mitades irreconciliables. En un tono incendiario, Belmont cuestiona la credibilidad de las acusaciones de fraude en las elecciones venezolanas. Desenmascara la manipulación mediática y la cobertura parcializada que han hecho de este proceso un circo. Afirma, sin tapujos, que los opositores aceptaron participar
