🇧🇴💀 Este 8 de noviembre, el cementerio de la ciudad de La Paz reunió a una tribu muy especial: los coleccionistas de calaveras. Esta tradición, que data de tiempos precolombinos, lleva a sus cultores a reunir desde uno hasta decenas de cráneos humanos, a los cuales dan un espacio especial en la casa, donde les encienden velas y les brindan ofrendas como cigarros y alcohol. Los poseedores de “ñatitas“ están convencidos de que deben ganar la gracia de las osamentas, que también reciben nombres. Gozar de sus favores, afirman, les asegura una vida de prosperidad. En Bolivia le dicen “ñata“ o “ñato“ a quienes tienen la nariz poco prominente, razón por la que se les da este apodo a las calaveras. Su fiesta tiene lugar una semana después del Día de los Muertos, el 1 y 2 de noviembre de cada año. Salvando sus distancias y transformaciones con el paso del tiempo, ambas festividades tienen puntos en común. El principal es que se celebran en el mes en que empieza la época de lluvias, por lo cual están emparentadas con el calendario agrícola de la región. Ambas tradiciones tienen una similitud fundamental: dan por sentado que luego de la vida comienza una nueva. Al mundo de los fallecidos le faltarían amplios beneficios que ofrece la terrenalidad, por eso los espíritus de las calacas y de los muertos queridos tienen algunas horas al año para volver a este plano.
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