El humo procedente de los incendios forestales que tienen lugar en Canadá oscureció el cielo de la ciudad de Nueva York y buena parte del noreste de Estados Unidos. La concentración de partículas finas en el aire neoyorquino superó en más de 10 veces la pauta establecida por la Organización Mundial de la Salud, situándola entre las cinco ciudades del mundo con la peor contaminación atmosférica.
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