Suecia ha dicho basta. Hasta aquí, plantando cara a Von Der Leyen y a las directrices de la agenda de bruselas. No es una cuestión de política, es ya una cuestión de mera supervivencia. O los burócratas de Bruselas o los ciudadanos de a pie, el honrado pueblo trabjador que puebla los países que conforman la UE.
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