Tras pasar años bajo la ocupación nazi y vivir durante un año en el gueto de Theresienstadt, Dita y sus padres son enviados al campo de concentración de Auschwitz en diciembre de 1943. Entre el 26 de octubre de 1942 y el 28 de octubre de 1944, los alemanes deportaron, en 27 transportes, a casi judíos del gueto de Theresienstadt a Auschwitz. En Auschwitz, la vida no valía nada. Cuando el transporte de Dita llegó a este campo de concentración, ya era de noche. Todos los deportados, exhaustos por el viaje y cegados por las fuertes luces, fueron recibidos por guardias de las SS y sus respectivos perros, los cuales trataban de atacarles. Asimismo, a su llegada también les esperaban prisioneros con uniformes de rayas. Estos se dedicaban a golpear a los recién llegados con palos. Se les ordenó que lo dejaran todo y se alinearan en dos columnas: hombres y niños en una, mujeres y niñas en la otra. A continuación, los obligaron a marchar a una cabaña de madera, donde pasaron la noche sentados en el duro y frío suelo. Al día siguiente, por la mañana, Dita, su madre y las demás mujeres fueron obligadas a quitarse la ropa, darse una ducha fría y correr empapadas, a través de la fría nieve, hasta otro barracón, donde les proporcionaron trapos viejos y zapatos gastados. No recibieron uniformes de rayas como al resto de los prisioneros de Auschwitz. Dita fue capaz de conservar sus botas, pues se duchó con ellas puestas. Más tarde, tatuaron a todos los presos en el brazo izquierdo. A partir de ese momento, Dita dejó de ser llamada por su nombre. Se convirtió en un número: el . Fueron internados en el campo familiar B II b, también conocido como campo familiar de Theresienstadt-Auschwitz. Creado el 8 de septiembre de 1943, fue edificado para los judíos del gueto de Terezin. Formaba parte de los nueve campos construidos por los nazis dentro del subcampo de Birkenau de Auschwitz. En él, fueron internados unos judíos provenientes del gueto de Theresienstadt entre 1943 y 1944. Se trataba del segundo campo, tras el centro de familias gitanas, donde los hombres podían alojarse junto con las mujeres y los niños. Sin embargo, debían dormir en barracones separados. Fue creado por los nazis con fines propagandísticos. No obstante, las condiciones de vida eran las mismas que en los otros campos: hambre, palizas, trabajos forzados y acceso limitado al agua. El campo familiar de Theresienstadt, en Auschwitz-Birkenau, constaba de treinta y dos barracones de madera. Originalmente, eran establos de caballos, sin ventanas y con solo algunas aberturas pequeñas en las paredes que permitían entrar algo de aire. Cada una de ellas albergaba a 300 prisioneros. También había un barracón con lavabos, el cual contaba con una hilera de grifos de los que salía agua fría de color marrón. Otro de los barracones era el retrete: una pared de hormigón dividida en dos y con agujeros. Contaba con una banda de tela de un saco. Había dos: uno para hombres y otro para mujeres. La tela del saco ocultaba sólo la parte central del cuerpo, dejando la cara y la parte inferior al descubierto. De esta manera, se humillaba aún más a los reclusos. Cuando Dita vio en Auschwitz a las personas de Theresienstadt que habían sido deportadas tres meses antes de su llegada, estas tenían un aspecto diferente. Sus pieles eran pálidas y grisáceas. Ya nadie sonreía. Hablaban de forma extraña y no paraban de mencionar algo sobre las cámaras de gas y la chimenea en la que acabarían todos. Tenían expresiones extrañas y grandes ojos vacíos. Cuando señalaban las chimeneas, de ellas salían llamas por la noche y ceniza gris, una ceniza que llenaba el aire como la nieve. Los recién llegados no entendían que estaba ocurriendo. Con el tiempo, Dita comprendió que las cenizas y el olor procedían de los crematorios, donde se incineraban los cuerpos de las personas asesinadas en la cámara de gas. Los presos eran contados durante el pase de lista que tenía lugar por las mañanas y por las tardes. Si los números no cuadraban, el pase de lista se prolongaba. A menudo duraba largas horas, lo que podía ser especialmente atormentador para los prisioneros, sobre todo cuando hacía mal tiempo. La única comida que recibían era un plato de sopa al mediodía y por la noche un trozo de pan con una cucharada de mantequilla o falsa mermelada. Los reclusos estaban tan hambrientos que sólo podían pensar en comer. Aviso legal: Todas las opiniones y los comentarios son de miembros del público y no reflejan el parecer de World History channel ES. No toleramos el fomento del odio y la violencia contra individuos o grupos basado en características como: raza, nacionalidad, religión, sexo, género, orientación sexual. World History se reserva el derecho de revisar los comentarios y eliminarlos si son considerados inapropiados. #historia
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