1. Resulta sorprendente el interés en la utilización despectiva del término “obrerismo” como una forma de autojustificación de los defensores de las versiones reaccionarias del feminismo o del ecologismo. 2. Esa insistencia revela, por un lado, un criticable desprecio de los trabajadores manuales. Pero también, fundamentalmente, una clara falta de argumentos para defender posiciones que, en realidad, no son sino estrategias de manipulación de masas de las grandes corporaciones. 3. Estas argumentaciones intentan cuestionar como “obreristas” las críticas a sus posiciones posmofeministas o posmoecologistas, con la evidente intención de desacreditar estas críticas. Lo cierto es que se trata de un debate pasado de moda hace ya 30 años. 4. Es importante aclarar que se trata de un debate en el que, en realidad, se confunden varias cuestiones. Por un lado, en todo Occidente se produjo un debate lógico sobre el papel que en el movimiento “obrero” habí
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