En 1870, el célebre escritor ruso León Tolstói, reconocido por sus obras Guerra y paz y Anna Karenina, experimentó una profunda crisis espiritual que marcaría un punto de inflexión en su vida y en su literatura. Esta crisis fue desencadenada por un cuestionamiento sobre el propósito de la vida y la naturaleza del sufrimiento humano. En su búsqueda de respuestas, Tolstói encontró en las enseñanzas de Jesucristo, especialmente en el Sermón de la Montaña, un camino hacia una mayor comprensión espiritual. Este período de transformación lo llevó a replantear su visión de la existencia y a crear relatos inspirados en valores como el amor, la humildad y la caridad. Uno de estos relatos, Donde hay amor, allí está Dios, refleja esta nueva perspectiva, en la que Tolstói explora el encuentro entre lo divino y lo humano a través de pequeños gestos de bondad.
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