En otoño de 1944 el ejército japonés se encuentra en situación de desventaja en la Guerra del Pacífico. Para evitar que las tropas norteamericanas se apoderen de las Filipinas, y a propuesta del vicealmirante Takijiro Onishi, se forman unidades kamikaze de aviones cargados con 250 kilos de bombas. Los japoneses están convencidos de que el daño psicológico de ver a los pilotos suicidas lanzarse contra los barcos estadounidenses superará a los ocasionados por el efecto de la carga explosiva. Cuando las tropas norteamericanas logran la rendición de Manila el aeropuerto de Chiran, en Kagoshima, se convierte en una base militar kamikaze de la que partirán a la muerte 439 jóvenes japoneses.
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