Dentro de nada, si se consuma el esperpento y Sánchez renueva como ‘okupante’ de La Moncloa, habrá que preguntarse ‘¿y ahora qué?’, pero de momento estamos en el ‘¿y si?’ Y el puñetero ‘¿y si?’ aplicado a la política española va del esperpento a la ensoñación, pasando por eso que los anglosajones llaman ‘wishful thinking’: creer que algo que se desea sucederá, aunque no sea probable o posible. Desde hace unas horas, por ejemplo, circula entre los altos ejecutivos del Ibex la tesis de que este 27 de septiembre de 2023, en la segunda votación, en la que basta una mayoría simple, Feijóo será investido presidente, porque el PNV, presionado por Iberdrola y los grandes empresarios vascos, le dará su apoyo. Aritméticamente, bastaría la abstención de tres de los diputados peneuvistas y el voto a favor de un par de ellos. También es cierto que la derecha separatista vasca es tan amoral como pesetera y se puede prestar a cualquier chalaneo, pero déjense de ilusiones. Estos meapilas prefieren a Sánchez porque no van a encontrar otro presidente de Gobierno español mas ‘ordeñable’ en lo que resta de siglo. La otra fantasía, que alimentan hasta periódicos supuestamente serios, es que a la hora de la verdad afloraran milagrosamente cuatro diputados patriotas en el PSOE, quizá entre los 8 que controla Page, y que la votación dará un vuelco. Puro delirio: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un dirigente socialista anteponga el bien de España a sus mezquinos intereses. Y el PSOE, al que siguen votando religiosamente Felipe Gonzalez, Belloch, Page, Lamban y todos los críticos con las claudicaciones ante los proetarras vascos y los golpistas catalanes, es una empresa de colocación formidable, donde ademas facilitar que tu marido, hermanos, parientes y amigos se hagan ricos, te absuelven de todos los pecados, mangancias, delitos y tropelías si afirmas ser ‘progresista’. Así que pierdan toda esperanza. El otro espejismo es el del Rey Felipe VI. El monarca, con buen criterio y acorde a la tradición de la democracia española, ha propuesto para la investidura al candidato ganador de las elecciones. Pero todo indica que Feijóo no saldrá elegido y que el socialista Sánchez se postulará, convencido de que Sumar, BNG, Bildu, PNV, ERC, el Junts Junts Klan y resto de zarrapastrosos antiespañoles le meterán en la Moncloa. El Rey encarará entonces un endiablado dilema. Deberá optar entre proponer al jefe del PSOE como candidato, consciente de que el felón impulsa un proyecto que atenta contra la Constitución y la unidad de la Patria, o dejar correr el calendario y tengamos nuevas elecciones. Para hacer esto segundo, que es un mal menor visto el panorama, Felipe VI tendría que decirle a la cara a Sánchez, cuando este acuda a La Zarzuela alegando tener garantizados los 178 votos de rigor, que no le consta fehacientemente que ERC, Junts, Bildu y BNG le respalden, porque los facinerosos se han autoexcluido de la audiencia real, porque les parece un oprobio informar de nada al Rey de España. La tesis ‘oficial’ es que el monarca no tiene margen para frenar a Sánchez, incluso con los socios y planes que presenta, pero yo creo que si lo tiene. Según nuestra Constitución, todavía vigente, el Rey simboliza ‘la unidad y permanencia del Estado’. ¿Puede moralmente proponer a un candidato que amenaza abiertamente esa permanencia y unidad? Yo pienso que no y que debería arriesgarse, por mucho alboroto que monten los histéricos de siempre. Y hacerlo por el mismo bien de la Corona, porque si siguen las cosas como van, lo próximo de Sánchez y esta vergüenza llamada PSOE será un referéndum para implantar aquí su República.
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