Lo más encomiable, el animo del puñado de ciudadanos con banderas españolas y carteles de la pareja ‘presidencial’, que coreaba inasequible al desaliento eso de “Begoña, ya basta, ¿qué has hecho con la pasta?“ y “¡Un cordón policial desproporcionado, para tapar a Begoña y Sánchez que han robado!”. Lo más bochornoso, el impresionante despliegue de antidisturbios, la ocupación física de los Juzgados de Plaza de Castilla, trufada de agentes de policía, y los privilegios de que ha gozado la paisana. Otra vez, como hace dos semanas, la esposa de Sánchez ha llegado en coche oficial con los cristales tintados y ha entrado por el garaje. A diferencia del otro día, ha acudido de luto riguroso y de negro de pies a cabeza. Y como se suponía, se ha negado a declarar. Sabíamos que no iba a abrir la boca, para no meter la pata. Y sabíamos también, porque hasta lo anunció la decana presionada
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