Bajo el lema “Espejo... espejito: el impacto del teléfono móvil en la familia”, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) celebró el pasado viernes 9 de junio la quinta edición de las Jornadas Católicos y Vida Pública en Guadix (Granada). El ponente principal fue Diego Blanco, investigador cultural, escritor, guionista y productor de TV. La preocupante capacidad de los dispositivos móviles de absorber nuestra atención, y los problemas sociales y afectivos que esa capacidad están generando, sobre todo en los más jóvenes, fueron la temática central de unas jornadas que contaron con una notable afluencia de público a las instalaciones del Hospital Real de La Caridad. Tres grandes cambios sociales Al inicio, Diego Blanco aseguró que existen tres grandes cambios sociales: el primero es un cambio narrativo, porque el concepto del bien y del mal que reciben nuestros jóvenes perciben en series, películas, cuentos... se ha invertido. La narrativa actual premia lo oscuro, lo confuso y lo monstruoso. El segundo gran cambio es psicológico y hace referencia la “psicología positiva” que tiene aspectos beneficiosos porque es mejor afrontar los problemas con optimismo, pero que genera una gran tensión en las personas. El motivo es que fija en el logro de la felicidad personal el objetivo de la existencia, pero al mismo tiempo no define en qué consiste ni cómo se mide esa felicidad, con lo que transmiten la sensación de que nunca se consigue alcanzar. El tercer gran cambio es el cambio tecnológico, que incluye la revolución que los teléfonos inteligentes han traído a nuestras vidas. Nada es gratis Para explicar esa adicción al móvil, el director y guionista de la serie 'Por muchas razones' aludió al cuento de Hansel y Gretel. La bruja atrapa a los niños hambrientos ofreciéndoles una casa entera de dulces y chucherías para ellos. La moraleja de la historia era que nada es gratis y que debes desconfiar de quien te ofrece algo sin coste aparente. Lo mismo ocurre con instagram, fornite, tiktok y el resto de redes sociales... son aparentemente gratuitas porque son una trampa. Al otro lado del smartphone hay miles de ingenieros trabajando para que no lo soltemos y ganar así miles de millones de dólares con los datos que captan de nosotros y subastan a los anunciantes de productos. Tristes y enganchados Lo más oscuro de este mercado es un hecho denunciado por obras como “tristes por diseño”, un libro que revelaba que las redes sociales manipulan a sus usuarios para generarles un estado de tristeza y ansiedad que intentan calmar incrementando el tiempo que pasan en ellas. “Es un acto mafioso, les interesa tener a los chavales tristes” afirmó el creador zaragozano. La autoestima de nuestros jóvenes depende de su valoración en las redes y la atención que reciben del resto de usuarios está moderada por la herramienta, que no deja a nadie del todo satisfecho a propósito para mantener su grado de adicción. Diego Blanco apoyó estas afirmaciones con datos del informe filtrado por la ex-investigadora de Facebook, Frances Haugen, que hizo público un estudio del gigante tecnológico en el que se afirma que los algoritmos de la aplicación son dañinos para sus usuarios, sobre todo las chicas, porque “el 32% de las adolescentes dijeron que cuando se sentían mal con su cuerpo, Instagram las hacía sentir peor“. Asimismo, recomendó el documental de Netflix “el dilema de las redes” del que se puede extraer abundante información de interés sobre estas oscuras y perjudiciales prácticas: “las tecnológicas siguen el manual de las tabaqueras para que su oferta sea adictiva desde el principio” aseguró Blanco. Acceso al porno con nueve años A continuación, incidió en el peligro que supone que el teléfono móvil se haya convertido en el regalo habitual de las familias en las comuniones de los niños. Analizando las palabras clave en las búsquedas del portal más popular de acceso a contenidos pornográficos, se observan temáticas infantiles que indican que los usuarios son cada vez más jóvenes. Los últimos estudios cifran en 9 años la edad del primer contacto con el porno a través del dispositivo móvil. La solución: reconocerse adicto Al término de la ponencia, el director y productor afirmó, citando a C. S. Lewis, que “hay esperanza si nos enfrentamos a un problema sin solucionar, pero no hay esperanza cuando actuamos como si el problema no existiese”. El primer paso es reconocer que los adictos somos todos y que hay que afrontarlo con mecanismos de control, empezando por los propios adultos. A continuación, sugirió varios consejos prácticos como eliminar las aplicaciones de redes sociales del móvil, suprimir las alertas de aquello que no nos conviene y dejar el móvil fuera de la mesa al comer, incluso fuera del dormitorio con la compra de un sencillo despertador. Para concluir, Diego Blanco resumió su propuesta en “pon normas en tu casa, cúmplelas -como padre, como madre- y apágalo todos los días cuando te vayas a dormir; hay solución”.
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