En Óbninsk (región de Kaluga, Rusia), tras quejas de los vecinos, se abrió paso a un piso donde una mujer, sin vivir allí, albergaba unos 100 gatos. Los agentes judiciales afirman que el destino de los animales está controlado: todos han sido enviados a clínicas veterinarias, refugios y casas de ciudadanos preocupados.
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