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Día a día el piso central de la sala del Senado, en el llamado Capitolio o Congreso de Estados Unidos, se pinta de más furia y pasión gozosa por denunciar a Trump y contrarrestar la imagen de la furia gozosa con la que se metieron sus seguidores, como el de los cuernos ¿recuerda? para hacer instantáneas para la posteridad de que ahí, en el corazón de la democracia estadounidense, también se puede violar el derecho, asaltar, asediar y poner los pies sobra la mesa de debate. ¿Será eso lo que les tiene enfurecidos a los demócratas? La respuesta es NO. Lo que les tiene enfurecidos y también aterrados es que Trump ganó mucho poder electoral, tanto que con unas palabras incendiarias sin decir hagan tal cosa o cometan tal delito, se pudo invadir el capitolio coreando su nombre. Ese es el problema y el peligro para ellos, porque aun tiene huestes y poder de convocatoria para hacerlo y por eso mismo, quieren castigarlo para quitárselo de encima
