A sus diez años, Sumit se sienta en el insalubre suelo de un sótano en Nueva Delhi, cosiendo perlas a una tela. A pesar de su corta edad, pasa 14 horas al día en la producción de artículos de recuerdo que después se venderán como souvenirs en Europa. En la India, la esclavitud infantil se ha convertido en un negocio de primera clase mientras miles de niños pierden la esperanza hasta de volver a ver a sus padres. Las familias venden a sus pequeños por lo equivalente a 20 ¿ o incluso hay casos de secuestros en los que los niños son separados forzosamente de sus familias. Sin embargo, la confusa red de intermediarios involucrados en este enmarañado negocio hace difícil probar que los bienes están en realidad manufacturados por menores de edad, aunque se empiezan a encontrar evidencias.
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