Como sostiene tajante Isabel Díaz Ayuso, 'va siendo hora’ de que Sánchez y Begoña Gómezmden explicaciones. Por muchas contorsiones que hagan el Gobierno Frankenstein y la ‘Brunete Pedrete’ mediática, propagando la tesis de que nada vincula a la mujer del jefe de la banda con la tentacular corrupción del PSOE, la realidad es que la UCO investiga y el asunto huele fatal. Todo el que se arrimaba a Begoña se hacía de oro. Cualquier empresa que se acercó a la mujer de Sánchez y financió sus caprichos, desde Air Europa a Barrabés, pasando por Wakalua, solventó en un pis-pas sus problemas económicos o creció como la espuma. Eso abre múltiples incógnitas. La estrategia diseñada por Moncloa para no despejarlas consiste en ignorar el tema, en actuar como si no existiera. A todo lo que han llegado lo acólitos de Sánchez, los mismos que exigen crucificar a Ayuso porque tiene un novio que en su época y cuando ella ni le conocía se forró con las mascarillas, es a decir que la relaciones personales y los parientes deben quedar fuera del rifirrafe político ‘por el bien de todos y todas’. Sánchez ni respira y lo dramático, desde el punto de vista periodístico, no es que no convoque ruedas de prensa, sino que los paniaguados a los que su sicarios dan la palabra, ni preguntan. La última vez que el caradura se presentó ante los medios de comunicación fue el pasado viernes, en Bruselas. Allí, el engolado jefe del PSOE se sometió a la barbaridad de seis preguntas. Como es habitual, se encargó de distribuirlas meticulosamente su jefa de prensa. Y aquí viene lo grande: Los ‘masajistas’ afortunados le preguntaron tres veces por Gaza, una por Puigdemont, otra por la duración de la Legislatura y otra, por el novio de Ayuso. ¿A que no adivinan de que medio era el autor de esta última pregunta? Pues de ‘El País’, que en tiempos fue un periódico y ahora es una mierda como el sombrero de un picador al dictado de La Moncloa. La pregunta dio pie a Sánchez, el protector del exsocialista Rubiales, el socio del etarra Otegi, el colega del comisionista ‘Koldo’, el amigo sin derecho a roce de la atribulada Armengol y el aprobador en Consejo de Ministros de multimillonarias subvenciones a las empresas arrimadas a Begoña, a pedir por séptima vez consecutiva la dimisión de la presidenta madrileña. Dedicó a la solicitud la friolera de siete minutos. Y remató su plegaria enrolándose en el esforzado y reducido contingente de quienes hacen de la verdad ‘la forma de actuar en política’. Lo de este tipo es de psiquiátrico.
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