El 12 de Diciembre de 1794, fray Servando Teresa de Mier manifestó en su sermón que el culto a la Virgen de Guadalupe había sido traído a la Nueva España, mucho antes de la Conquista, por el Predicador Santo Tomé, dueño Original (y no Juan Diego) de la capa en que está plasmada la capa de la Virgen. Dichas aseveraciones ocasionaron al arzobispo Alonso Núñez de Haro lo Expatriara y enviara a España por diez años, prohibiéndole instruir, predicar y confesar. Es aquí donde se marca el comienzo de sus Memorias.
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