Dice Javier Reverte en su libro Canta Irlanda: “Patricio se puso a pensar qué hacer y, mientras, observaba con detenimiento a los indígenas para descubrir qué era lo que más les complacía. Y reparó enseguida en que su afición favorita era beber. Pero ingerían unos terribles brebajes producidos por la fermentación de plantas raras que provocaban enormes dolores de cabeza, ataques de locura y , a veces, peleas colectivas en las que intervenían cientos de personas dándose de palos con mazas y bastones. Y en ese momento cayó en la cuenta de que, en el fondo de su bolsa de viaje, llevaba un alambique fabricado en Europa. Lo sacó, lo puso a calentar y pidió a los nativos que le trajeran granos de centeno. Cuando el licor estuvo listo, lo dio a beber a los naturales. Y éstos quedaron tan encantados que, en lugar de luchar , se pusieron a cantar cogidos por los hombros. Patricio siguió destilando mientras los otros le enseñab
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