Desde el primer día del atentado a la sede de la AMIA ocurrido el 18 de julio de 1994, los servicios de información extranjeros de Israel y de Estados Unidos participaron más que activamente en la investigación. Lo que pocos saben es que en ese mismo momento, desde el régimen israelí se le pidió al gobierno argentino “coordinar una versión coincidente“. Sin ir más lejos, los medios de aquellos años informaban que a las pocas horas, llegaban “especialistas” israelíes para “colaborar”. A partir de allí, comienza a construirse una versión que según periodistas, investigadores, ingenieros y abogados resultó ser una verdadera “farsa” destinada a encubrir a los verdaderos responsables e instalar que Irán estuvo detrás. Nilda Garré, quien fuera ministra de defensa de Argentina denuncia: “En realidad eso no está probado, son sólo decisiones que se tomaron a las pocas horas de ocurrido el atentado sin ninguna prueba”. En este sentido, una de las supuestas pruebas sostenida incluso hasta el día hoy por los medios es el supuesto uso de un “coche bomba”. Sin embargo, ingenieros desmienten que por la onda de la explosión y los daños esto sea factible. Además, denuncian que se presionó a heridos que estuvieron en el hecho para que dijeran haber visto una Traffic de color blanco. Lo cierto es que la causa estuvo plagada de irregularidades, por lo que con los años se llevó a cabo un juicio por el encubrimiento, y quienes tuvieron a cargo el expediente se limitaron a escuchar los comandos de los servicios de inteligencia extranjeros. ¿Y ahora pretenden llevar a cabo un “juicio en ausencia”?
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