En 1899, el gobierno español firmó la venta de centenares de islas de la actual Micronesia en favor del Imperio alemán, por un total de 25 millones de pesetas de la época. Sin embargo, al detallar las islas incluidas en la cesión, cuatro minúsculos atolones quedaron sin registrar. 50 años más tarde, un investigador del CSIC, Emilio Pastor, se percató de ello y alertó a Franco de que, técnicamente, España aún mantenía posesiones en lo que fue el extremo más oriental de su imperio. Una propuesta que reaviva
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