En medio de la penumbra, una niña de rostro serio y oscuro se erige como un espectro entre las sombras del cementerio. Sus rizos dorados y su vestido antiguo contrastan con la frialdad de su expresión y los ojos profundamente delineados de negro, llenos de una presencia perturbadora. En sus manos, sostiene una muñeca igualmente perturbadora, cuyos ojos vacíos parecen reflejar el desasosiego del entorno. Al fondo, una cruz de piedra sobresale entre la neblina que envuelve la escena, reforzando el ambiente fantasmal y melancólico. Esta imagen evoca la sensación de una presencia espectral atrapada en el umbral entre lo vivo y lo muerto, vigilante en el silencio eterno del cementerio. © MUSICA CREADA POR INTELIGENCIA ARTFICIAL
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