Mientras los organismos de socorro intentaban sacar del lodo a los miles de armeritas arrastrados por la avalancha; en un espacio reducido lleno de escombros y con la mirada vigilante de periodistas y personas con el deseo de ayudar, se encontraba Omayra Sánchez, una pequeña de trece años de edad que se convirtió en el ícono de la tragedia.
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