Rusia y China son dos de la treintena de países que en el mundo son objeto de sanciones impuestas por parte de Occidente. Aunque oficialmente se les castiga financiera y comercialmente por motivos distintos, el objetivo es similar: afectar el crecimiento económico y comercial de ambas naciones. Sin embargo, las medidas coercitivas han llevado a que las dos economías hayan potenciado sus relaciones y desarrollado alternativas a las transacciones en dólares.
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