Con la excusa de proteger a la sociedad de los delitos de odio, la desinformación y los contenidos inapropiados, en los países teóricamente democráticos se están imponiendo, de modo paulatino pero imparable, nuevos mecanismos de censura. Se está limitando la libertad de opinión y de expresión de forma descarada, empleando argucias lingüísticas y psicológicas para convencer de su necesidad a las poblaciones. Con esta justificación, se pretende cancelar a los denominados como “pseudomedios”, lo que no es más que eliminar cualquier opinión que se salga de las narrativas oficiales, machaconamente impuestas por los medios afines al régimen, lo mismo que acabar con cualquier posición contestataria, disidente o alternativa al poder. Tenemos que reaccionar ante estas medidas inquisitoriales, provengan de donde provengan. Hay mucho en juego. Hoy, les puede afectar a determinadas personas y medios concretos. Pero, a largo plazo,
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