Si algo está claro hoy en España es que quién manda, el ‘capo’, es Puigdemont. Y la incógnita, la pregunta que se hacen muchos, es cuándo decidirá el facineroso apretar el ‘botón nuclear’, volar el Gobierno Frankenstein y echar de La Moncloa al socialista Sánchez. Da igual lo atolondrados, sectarios, flojos y xenófobos que sean los de Junts. El caso es que han inaugurado la legislatura choteándose del PSOE y haciendo tragar a su jefe medidas pasmosas, como la cesión del control de las fronteras o la penalización a las empresas que huyeron del ‘procés’ y no quieren volver a Cataluña. Han pedido eso, pero podrían haber exigido hasta que los goles del Barça valgan doble, porque tienen a Sánchez agarrado por las pelotas y le sacarán lo que quieran. Desgranado el ‘lamento nuestro de cada día’, viene la admonición. Mal haríamos los españoles, los que creemos en la Nación, estamos orgullosos de nuestra Historia y asumimos conceptos como Patria o Familia, en confiar nuestro futuro a estos malandrines. Como me decía hace unos días aquí Alejandro Fernández, corajudo líder del PP en Cataluña, Puigdemont y su banda son tóxicos y sería letal acerarse a ellos, incluso para acabar con la peste sanchista. Nuestro devenir como españoles depende sólo de nosotros y aunque todo este cuesta arriba, el Tribunal Constitucional sea un burdel y tengamos en contra al pesebre mediático, hay cosas que se pueden hacer para revertir la situación. Les enumero algunas. El Rey, por ejemplo, sin salirse un milímetro de su papel institucional, además de repetir que hay que respetar la Constitución, podría dejar caer que se están dando pasos inaceptables contra ella, lo que animaría al personal. Felipe González, que acaba de alertar sobre la ofensiva contra la democracia que ejecuta Sánchez, tendría que descolgar el teléfono, hablar con Aznar y Rajoy e iniciar con ellos una ‘tourné’ permanente por platós de televisión y estudios de radio, denunciando la tropelía. Feijóo debe mover todos los hilos y montar en Bruselas, ante la prensa internacional y los representantes de las democracias europeas, un acto mensual explicando las amenazas que sufre el Estado de Derecho en España. Y VOX y PP tienen que aparcar las rencillas, olvidar temporalmente las discrepancias, y hacer un frente común de verdad. Se me olvidaba añadir que es esencial que los ‘indignados’ de Ferraz, que llevan ya 77 días dando la murga frente a la sede-puticlub del PSOE, mantengan la protesta. Si hacemos todo eso y apretamos, Sánchez no come el turrón en La Moncloa.
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