Una fría mañana de invierno de 1897, Holmes recibe una carta del inspector Stanley Hopkins desde la granja Abbey, en Marsham, Kent, solicitando su ayuda para desvelar el misterioso asesinato de Sir Eustace Brackenstall. De camino hacia el lugar de los hechos, Holmes reprocha a Watson la falta de interés científico de sus relatos y da a entender, por primera vez, su intención de retirarse al campo para escribirlos personalmente.A su llegada a la granja Abbey se encuentran con Lady Brackenstall, una mujer de una extraordinaria belleza e ideas avanzadas. A través de ella, Conan Doyle ataca la anticuada e injusta ley del divorcio inglesa:: “Les aseguro que esas monstruosas leyes de ustedes serán la maldición del país. Dios no permitirá que perdure semejante maldad.“
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