Satanás es el padre de la mentira. Su principal arma consiste en hacer atractivo el engaño, incluso de hacerlo apetecible si se hace negocio con ello, si se obtiene un beneficio. La perversión moral está en ambicionar la suerte de los embusteros, en aceptar la mentira como forma de gobierno y de vida siempre que sirva para conseguir provecho personal. Eso es una abominación a los ojos de Dios. Abrid los ojos, y los oídos, porque el Señor está cerca. Y pedirá cuenta de lo que hemos dicho y lo hecho, de lo que hemos hablado y callado. Porque la verdad es exigente.
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