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Ser rico no es pecado, pero aprovecharse de esta condición para doblegar al prójimo y mantener mezquinos privilegios sobre él si que es muy malo. Los distintos países latinoamericanos, y muchos otros en el mundo, padecen esta situación y a la vez son cómplices silenciosos de lo que pasa. Muchos cambios a favor pudieran darse si la gente se decidiera a reflexionar y a votar bien para así aniquilar las injusticias que se derivan de mantener personas anquilosadas en el poder cuyo fin último es seguir enriqueciéndose a costa de las mayorías.
