Un portrait de Madrid filmé comme un village, un film en forme d’inventaire. Tout à la fois documentaire sans une phrase de voix-off, enquête au temps présent, petit essai d’anthropologie sociale. Un récit qui se présente à nous comme une succession d’instants, de moments présents traités à égalité. Petits théâtres de la ville, décors madrilènes. Tout y est apparemment anodin et dépourvu d’enjeu dramatique. El Madrid que muestra Jacques Duron en este inventario hispánico es el de mediados de la década del 90 y sin embargo los tableaux vivants que pueblan la película parecen provenir de tiempos inmemoriales, y son el perfecto recordatorio-antídoto frente a una modernidad y una prosperidad aprehendidas a toda marcha. El Madrid XXI parece haber borrado buena parte de los rastros de aquel que hace apenas diez años luchaba por mantener la llama de esas pequeñas viñetas de la vida en las calles, en las pescaderías, en los bares y las plazas, el Madrid del marujeo y las tragamonedas, de los ceños fruncidos y las risas estentóreas, de las escobas y los delantales. Souvenirs de Madrid es la pinacoteca viva de la pre-modernidad, un rescate escrupuloso del Madrid-espejo, el Madrid viejuno y diurno, ese en el que podíamos reconocer a los que desde allí habían llegado pero no tanto (o nada) a los que hacia allí estaban partiendo.
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