Con la comida no se juega. Pero viendo que en la sala se encuentra gente muy poco receptiva a los conceptos morales nos abocaremos a lo que dicen las leyes: Hay que evitar la costumbre delictiva de empujar de cabeza contra la torta a los que cumplen años (los cumpleañeros) porque estos postres dulces tan ricos pueden tener (para apuntalar su estructura) pinchos, varillas o palos ensartados. Y en el menos terrible de los casos podría suceder que le entraran por los ojos al agasajado y terminaran atravesando las manitas del pelotudo que lo empujó. El primero, moriría en el acto. Y el segundo (en adelante, el pelotudo que lo empujó) quedaría seco del susto al verse convertido en un criminal. Los que presenciaran semejante escena no podrían hacer menos que desmayarse y, por ahí uno o dos, reventar como chanchos.
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