Con motivo de la Paz de los Pirineos y las bodas de María Teresa de Habsburgo -hija de Felipe IV- con el futuro rey Luis XIV de Francia, la corona española quiso emular las producciones de ópera italiana que se realizaban en la corte francesa y por ello patrocinó para los festejos la puesta en escena de dos representaciones en las que todo el texto debía ser cantado: por un lado La púrpura de la rosa1 (1659), donde se emulaba la fábula de Venus y Adonis, y por otro Celos aun del aire matan, en torno al mito de Céfalo y Procris. Ambas óperas, primeras realizadas en el mundo hispano, son fruto de la estrecha colaboración entre Calderón de la Barca -el más afamado poeta de la corte de Felipe IV- y Juan Hidalgo -compositor más apreciado de tonos humanos y música teatral de la Real Cámara-, iniciada desde 1660 hasta el fallecimiento del dramaturgo dos décadas más tarde. El uso político de estas representaciones fue evidente, y la casa real puso todo su empeño en realizar una grandiosa puesta en escena con los di
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