Hace ocho años Odesa se convirtió en escenario de una masacre de activistas anti-Maidán. Dada la gravedad de los acontecimientos, lo normal hubiera sido buscar con la mayor diligencia a los culpables. No fue así. El ocultamiento e incluso la negligencia gobernaron la investigación, llegando incluso a publicarse una cifra oficial de fallecidos cuatro veces menor de la real. El resultado, buscado o no, justifica las peores sospechas: nadie ha sido condenado por los sucesos del 2 de mayo del 2014.
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