En las inmediaciones de Somosierra, existe una sonrisa perpetua encarnizada sobre figura humana. Su nombre es Marina y procede de Madrid. Un buen día, pensó en cambiar de estilo de vida y se marchó a la montaña, asentándose en Robregordo (Madrid). Allí maneja un ciento de cabras que a veces le superan en peso y casi tamaño. Pese a su apariencia frágil, tiene la flexible tenacidad del sauce en mitad de la riada y sortea con alegría y buena disposición cuantas embestidas se puedan presentar. Cada mañana madruga para ordeñar al rebañ yo, no quise perdérmelo.
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