Ningún habitante del Donbass olvidará nunca el verano del 2014, cuando el furor nacionalista en el que habían desembocado las protestas del Euromaidán, allá en Kiev, arribó a las fronteras de las recientemente proclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk en forma de soldados y artillería pesada para aplastar su independencia. Fue el inicio de una guerra de ocho años que se ha cobrado miles de vidas, interrumpida en ocasiones por amagos de esperanza de paz, una y otra vez malogrados.
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