Decenas de personas se disfrazaron de oso, de cuerpo entero, y desfilaron el 28 de diciembre por las calles de Comanesti, en el norte de Rumanía, en una curiosa tradición anual que marca el fin de año. Los intrincados y detallados disfraces están confeccionados con piel auténtica y llevan adosadas cabezas terroríficamente realistas. Llevar uno de estos trajes no es apto para cardíacos débiles, ya que un disfraz de oso completo pesa unos 45 kilos. La tradición tiene su origen en la época precristiana y pretende ahuyentar a los malos espíritus, siendo el oso un símbolo de buena fortuna.
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