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👉 Suscribite a nuestro canal para ver todos los episodios @ElFrasco Nuevo programa de El Frasco: Medios sin cura, el programa que aborda las noticias de la semana y el rol de los medios de comunicación con ironía y humor. Tras haber sido ovacionado en el congreso de los Estados Unidos, el criminal de guerra Netanyahu regresó a Palestina ocupada más desenfrenado que nunca: De inmediato, lanzó un ataque sobre El Líbano en el que además de asesinar a dos niños, mató al comandante Fuad Shukr, jefe militar de Hezbolá. Poco después, con un ataque en Teherán, el sionismo mató al líder político de Hamas, Ismail Haniya. Los ataques del régimen genocida muestran que a Netanyahu no le importan los rehenes de los que tanto le habla a la prensa internacional: Pero además, como apuntan un analista, “si se detiene la guerra por un día, Netanyahu está acabado”. Y es por ello que sigue intentando una escalada regional en forma desesperada. Lo cierto es que una vez más, los medios dominantes han repetido esa narrativa en la que el régimen sionista se victimiza y pese a haber sido quien atacó al líder de Hamas en suelo iraní, catalogan a Irán como la “amenaza”. Por otro lado, el principal aliado del ente israelí, Estados Unidos, ha sido acusado por el gobierno de Venezuela de estar tramando un nuevo golpe de estado allí. En este contexto y mientras la oposición presentó como fuente para su denuncia de “fraude” una encuesta realizada por una empresa vinculada al gobierno de los Estados Unidos, Washington no se demoró en “reconocer” al opositor Edmundo González como el “presidente”… ¿Déjà vu? Y mientras diferentes analistas y expertos hablan de la implementación de una guerra cognitiva con las redes sociales al frente (y el propio Elon Musk difundiendo fake news), la violencia desatada por sectores ligados a la oposición expone que lo que se buscaba era generar caos y no a defender la “democracia”. Hablamos sobre Venezuela con alguien que ha presenciado las elecciones allí: Santiago Melean, militante de la agrupación peronista Arturo Jauretche. Los medios dominantes tal vez no tengan cura, pero al menos dudemos de aquellas “píldoras” que pretenden que consumamos.
