La experiencia de Federico G. Lorca con La Barraca fue decisiva para su carrera como dramaturgo: le permitió aprender el oficio de director de escena y le expuso a un público nuevo, ajeno a la “burguesía frívola y materializada“ de Madrid. En sus viajes por el campo soñó con representar el teatro clásico ante “el pueblo más pueblo“, un público “con camisa de esparto frente a Hamlet, frente a las obras de Esquilo, frente a todo lo grande“. Estaba convencido de que “lo burgués está acabando con lo dramático d
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