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Madrugada del día de San Valentín de 2011. Alfonso Triguero y su mujer Rosa, duermen plácidamente en su habitación de su casa de Logrosán, Cáceres. Su hijo José Carlos duerme en una de las estancias de al lado. Pasadas las 3,00 horas se oye un estruendo. El empresario recibe un disparo en el costado que será mortal. Vicente Rodríguez es el cabo de la Guardia Civil que fue el primero a la casa. La primera hipótesis que declara la familia es el robo. Pero ni la mujer ni el hijo ven a nadie en la casa. Alfonso Triguero muere en la ambulancia que le lleva al hospital. Balbucea algo antes de morir pero nadie le entiende. Los vecinos de Logrosán se despiertan impactados con la noticia En un primer momento, todos en el pueblo cacereño apuestan por la teoría de que fue un crimen por encargo. Pero la Guardia Civil comienza a recoger pruebas que apuntan en otra dirección. El dueño de la escopeta que apareció en el domicilio familiar es Alberto, el novio de Ana, la hija de Alfonso Triguero. José Carlos se la pidió la tarde anterior porque se iba de montería. A partir de esta y otras pistas y contradicciones los investigadores determinan que madre e hijo han planeado el crimen del cabeza de familia.
