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Equipo de Investigacin: Sheila, caso abierto 11-7-2011

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Sheila Barrero fue asesinada el 25 de enero de 2004 con un tiro en la nuca, cuando volvía a Degaña (Asturias) después de trabajar de camarera en el pub Joe Team de Villablino (León). El crimen aún está por esclarecer y no hay ningún detenido. El sábado 24 de enero de 2004 había acudido a trabajar al pub como todos los fines de semana. A eso de la siete de la mañana del domingo, el local echó el cierre, pero la joven se fue a tomar una copa con sus compañeros de trabajo a un bar cercano, el Guei. Se demoró poco tiempo, porque estaba muy cansada. A eso de las ocho, la joven decidió regresar a Degaña, separada de Villablino por el puerto de Cerredo. Sus compañeros de trabajo la fueron escoltando con su coche hasta el cruce de Caboalles de Abajo, donde la joven se despidió de ellos y enfiló la subida del puerto. Fue en esa subida, a la altura del área recreativa del Alto de la Collada, cuando se produjo el crimen. Alguien (una persona, dos a lo sumo) hizo detenerse el coche de Sheila, cruzando su vehículo en mitad de la carretera, algo que fue observado por unos cazadores que pasaron un poco después por el lugar, sin imaginar lo que se estaba produciendo. Luego, quienquiera que detuviese al coche de Sheila, se subió al asiento de atrás del Peugeot 206 y una vez allí disparó un tiro en la nuca de la joven con una pistola del calibre 6,5. La bala atravesó la cabeza de la joven, pero salió con tan poca fuerza que rebotó en la luna delantera del vehículo y cayó al suelo. Eran las ocho y media de la mañana. Un crimen a sangre fría, desapasionado, hay quien ha pensado incluso que profesional, por la limpieza con la que se ejecutó. La hermana de Sheila, Mónica Barrero, ha llegado a especular con que alguien amenazase a su hermana con una pistola por la espalda y se le escapase un disparo con unas consecuencias totalmente indeseadas. A continuación, el homicida movió el cadáver al asiento del copiloto, sacó el Peugeot 206 de la carretera, lo aparcó en el área recreativa, volvió a colocar el cuerpo ya exánime en la plaza del conductor y se marchó a bordo de su propio vehículo. No hubo agresión sexual, ni ninguna otra violencia, a excepción del disparo. Incluso hay quien ha querido ver, como el criminólogo Vicente Garrido, que el cuerpo de la mujer fue tratado con el máximo respeto y delicadeza. Los agentes se fijaron en las personas que habían tenido contacto con ella el día anterior y realizaron la prueba de parafina a casi una decena de amigos, conocidos y familiares. Habían pasado ya 33 horas desde el crimen. Descubrieron que al menos tres de ellos habían disparado en los días previos, algo no tan raro en esta zona limítrofe entre Asturias y León, con una gran densidad boscosa y larga tradición cinegética. Pero en la mano derecha de uno de ellos, Borja Vidal, que en ese momento tenía 19 años, se hallaron “partículas a base de plomo, antimonio y bario, además de estaño”, que según la Guardia Civil tenían origen en la detonación de un fulminante similar al de la bala hallada en el coche. Los agentes descubrieron además que Vidal y Sheila habían tenido una relación en el pasado. Según una de las hipótesis, el joven había reanudado su relación con una antigua novia y se sentía presionado por Sheila, que sí quería continuar con él. Además, en los asientos traseros del coche de Sheila se encontró una fibra textil adherida a una bufanda, que se concluyó que pertenecía a una chaqueta de Vidal. Con esos mimbres, los agentes procedieron a detener al joven, seis meses después del crimen, y lo presentaron ante el juez de Cangas del Narcea, Julio Martínez Zahonero. “Con mucho menos se hubiese ido a juicio”, asegura Mónica Barrero. Sin embargo, algo se torció. El juez Zahonero terminó archivando el caso en octubre de 2007 al considerar que no había pruebas suficientes para procesar al único investigado. Los peritos señalaron que las partículas halladas en la mano de Borja Vidal podían deberse a una transferencia. Tampoco era tan extraño encontrar una partícula perteneciente a una prenda del joven, dado que, según declaró, había estado en el interior de ese coche. El dato clave, sin embargo, fue la declaración de los padres del sospechoso, quienes aseguraron que, el día del crimen, Borja había pasado la noche en casa. No era posible ir más allá. Este primer sobreseimiento fue un mazazo para la familia de Sheila Barrero, que, por lo menos, disponía de un creciente apoyo ciudadano, dado que la Justicia no acababa de dar con el culpable del crimen. En 2015 el casó se volvió a abrir y se cerró al no encontrarse nuevos indicios.

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