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1 Clave para ser Santo reconocer que soy Inexistencia y Todo lo Bueno viene de Dios

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Buenas tardes a todos, hoy les hablaré sobre la clave para ser santo, que es reconocer que somos inexistentes y que todo lo bueno viene de Dios. La santidad es un concepto que se relaciona con la perfección moral y la vida en comunión con Dios. En la tradición cristiana, se considera que la santidad es una vocación universal, es decir, que todos los bautizados están llamados a vivir en santidad. Para alcanzar la santidad es necesario reconocer que somos seres limitados e imperfectos, que necesitamos la ayuda de Dios para alcanzar la perfección. Esta humildad nos permite reconocer nuestra dependencia de Dios y poner toda nuestra confianza en Él. Además, es fundamental tener una vida de oración y de comunión con Dios, en la que escuchemos su voluntad y pongamos en práctica sus enseñanzas. La vida sacramental y la práctica de las virtudes también son fundamentales para crecer en santidad. La Virgen María es considerada un modelo de santidad, ya que su vida estuvo completamente centrada en Dios y en su voluntad. Ella reconoció su pequeñez y dependencia de Dios desde el momento de la Anunciación, cuando dijo: “Hágase en mí según tu palabra“. María vivió en total abandono a la voluntad de Dios y su vida fue un testimonio de humildad, caridad y entrega. En conclusión, la clave para ser santo es reconocer que somos inexistentes y que todo lo bueno viene de Dios. Esta humildad nos permite vivir en comunión con Él, escuchar su voluntad y ponerla en práctica en nuestra vida diaria. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María, podemos crecer en santidad y estar cada vez más cerca de Dios. Muchas gracias. Además, reconocer que somos inexistentes también nos ayuda a tener una actitud de desapego hacia las cosas materiales y a buscar la verdadera felicidad en Dios. Nos hace conscientes de que nada de lo que tenemos o logramos en la vida nos pertenece realmente, sino que todo es un don de Dios. Es importante destacar que reconocer nuestra inexistencia no significa que no tengamos valor como personas, sino que somos conscientes de nuestra limitación y dependencia de Dios. Esta actitud nos permite ser más compasivos y misericordiosos con los demás, ya que reconocemos que todos somos igualmente necesitados de la ayuda de Dios. En la vida de los santos, vemos cómo esta actitud de humildad y dependencia de Dios les permitió hacer grandes cosas por Él. San Francisco de Asís, por ejemplo, renunció a todas sus riquezas para seguir a Cristo y dedicó su vida a la oración y al servicio a los más necesitados. Santa Teresa de Calcuta, por su parte, vivió entre los pobres de Calcuta y dedicó su vida a servir a los más necesitados, reconociendo en ellos el rostro de Cristo. En resumen, reconocer que somos inexistentes y que todo lo bueno viene de Dios es la clave para alcanzar la santidad. Esta actitud de humildad y dependencia de Dios nos permite vivir en comunión con Él, escuchar su voluntad y ponerla en práctica en nuestra vida diaria. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María y de los santos, podemos crecer en santidad y ser testigos de la presencia de Dios en el mundo. Muchas gracias. En la Biblia podemos encontrar varias citas que nos hablan de la importancia de reconocer nuestra inexistencia y nuestra dependencia de Dios. Por ejemplo, en el Salmo 8:4 se dice: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo del hombre para que lo visites?“ Esta pregunta nos invita a reflexionar sobre nuestra pequeñez y nuestra necesidad de Dios. Asimismo, en el evangelio de Juan 3:30, Juan el Bautista dice: “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya“. Esta afirmación nos invita a poner a Dios en el centro de nuestra vida y a reconocer nuestra dependencia de Él. En cuanto a bibliografía, algunos libros recomendados para profundizar en este tema son “El Camino de la Humildad“ de André Louf, “La santidad de la vida ordinaria“ de Jean-Pierre de Caussade, “La imitación de Cristo“ de Tomás de Kempis y “La locura de Dios“ de Francis Chan. En resumen, reconocer que somos inexistentes y que todo lo bueno viene de Dios es la clave para alcanzar la santidad. Esta actitud de humildad y dependencia de Dios nos permite vivir en comunión con Él, escuchar su voluntad y ponerla en práctica en nuestra vida diaria. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María y de los santos, podemos crecer en santidad y ser testigos de la presencia de Dios en el mundo. ¡Gracias por su atención!

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