Guest
En el salón con poca luz, el aire estaba cargado con el aroma del whisky y el humo de los cigarros, las tensiones hervían a fuego lento como el calor del desierto a mediodía. Las puertas batientes se abrieron con un chirrido cuando el vaquero solitario entró, sus espuelas tintineaban con cada paso decidido. Su desgastado sombrero proyectaba una sombra sobre sus ojos acerados, reflejando años de dura vida bajo el implacable sol. Al otro lado de la habitación, detrás de la pulida barra, estaba Bartunder, un hombre tan hábil como el licor que servía. Se arremangó, dejando al descubierto unos brazos tatuados y una sonrisa tan torcida como las partidas de póquer que organizaba. Detrás de él, hileras de botellas relucientes se alineaban en los estantes, esperando ser descorchadas o destrozadas en un momento de furia.
