En las sombras de la geopolítica, una jugada perversa se gesta: el envío del HMS Trent hacia Guyana, por parte del reino de Ingles, con la misión encubierta de incitar un clima hostil. ¿Alguien busca un preludio de guerra? Sin embargo, este acto de agresión velada encontró una resistencia férrea. Desde las calles empedradas de Latinoamérica hasta las playas bañadas por el sol del Caribe, un clamor unísono se alzó, drechazando la idea beligerante. Recordemos que en este tablero mundial, las guerras de sangre son moneda corriente, que no solo alimentan las economía neoliberales, sino también la estabilidad de las grandes potencias. Además, como ya es sabido, como un espectro que se desliza en la oscuridad, el fantasma de la corrupción merodeaba, acechando a aquellos cuyas ambiciones bélicas no son más que una fachada para engordar sus propios bolsillos, tan hambrientos de poder como vacíos de moral. As
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