En la madrugada del catorce de mayo de 2008 ETA le quitaba la vida al guardia civil Juan Manuel Piñuel, en una localidad alavesa, cercana a Vitoria, de nombre desconocido incluso para aquellas generaciones de españoles que habían ejercido su memoria en un bachiller enciclopédico de geografía e historia nacionales. Desde el primer momento, el topónimo Legutiano copó todos los titulares de los periódicos y sólo pasado un tiempo, unos pocos medios rompían la muralla infranqueable del misterio aportando,entre líneas, la vieja denominación de Villarreal de Álava. Entonces algunos ciudadanos avisados recordaron que desde la Transición política de 1977 los poderes locales y el nacionalismo asfixiante venían dedicándose a mutilar y falsificar la historia del País Vasco y corromper la geografía siempre con la excusa de la búsqueda de raíces y la afirmación de identidades. Una de las primeras víctimas d
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