Hace unas semanas se montó un gran revuelo en internet a propósito del precio de las entradas para la nueva gira de conciertos de Bruce Springsteen: Hasta 5000 dólares por una entrada, y un buen paquete de ellas por encima de los 1000$. ¿Qué había pasado? Un cambio en los algoritmos de ticketmaster para valorar el precio de las entradas, que ahora tiene en cuenta el flujo real de demanda de las mismas, había disparado ciertas localidades hasta esos precios locos. Detrás de esta historia de ticketmaster y de tantos otros negocios que usan la música para hacer dinero está habiendo un cambio espectacular, un cambio a peor que merece ser contado. Pero el mundo de la música en general y de la música en particular, en directo o en streaming, no es el único sector que está siendo duramente impactado por corporaciones que literalmente se apropian del negocio a escala internacional, la creación de contenido y el periodismo e
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