Dr. Carlos Jaramillo: En nuestra búsqueda constante por una vida más saludable, es común encontrar alimentos etiquetados como “saludables“ que pueden no ser tan buenos para nosotros. La fruta deshidratada, por ejemplo, aunque suena nutritiva, pierde su capacidad de saciedad al reducir su contenido de agua en el proceso de deshidratación. Esto, junto con el aumento en la concentración de azúcares, hace que terminemos comiendo más de lo necesario. Otro ejemplo sorprendente son los jugos de fruta, especialmente los de naranja y mandarina. Estas bebidas tienen una mayor cantidad de azúcar y fructosa que una gaseosa, lo que las convierte en una opción no tan saludable como se podría pensar. Además, los derivados del agave, a pesar de ser promocionados como de bajo índice glucémico, contienen un 80% de fructosa que nuestro cuerpo no puede utilizar como fuente de energía, lo que los hace inapropiados para diabéticos.
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