Principio básico y fundamental para llevar una vida de piedad verdaderamente cristiana es huir de las malas compañías, y de las malas ocasiones que nos conducen al pecado: aquellas que infectan las almas con su veneno en las conversaciones, las malas diversiones (discotecas, conciertos de rock, etc.), la radio con la música moderna y sus programas degradantes, el cine corruptor, la literatura perniciosa (libros, revistas), el teatro vicioso y la televisión perversa.
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