Ya hemos dicho otras veces que no es cuestión de explicaderas sino de entendederas: el poder de la conversión viene de la apertura del entendimiento, no de los sentidos. No es lo que veamos o escuchemos sino de cómo llegue al cerebro y se integre en los planes divinos. Querer querer y Dios pone el resto. ¡Ánimo, inquietos! Cobrad serenidad y no dejéis de confiar en el poder de Dios.
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