Orín, la abuela y más anciana de la casa del árbol, es decir, de la casa de la familia que dirige Tatsue (primogénito de ella), va a cumplir los setenta y está en perfecto estado. Pero para despejar camino, pues se trata de una sociedad donde sobrevive por subsistencia muy apurada, y ayudar de algún modo a su familia decide ir arrancándose ella misma los dientes; ya que según la creencia, los viejos que ya no tienen dientes han de ser dejados en la cima del monte Narayama, pues así lo desea el Dios de la montaña. A Tatsue no le queda otra que, al final, trasladar a su madre al monte, donde esta perecerá. El dilema que se le plantea a Orín es que si no se va, Kesaian -o Tatsue- no podrán tener otro hijo, otra mano fuerte de ayuda en el campo, y la posible complicación de la sucesión hereditaria.
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